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Lactancia y tipo de parto... influye??

Muchas veces habrás escuchado (o quizás hasta hoy lo crees así) que la lactancia depende mucho del tipo de parto. La respuesta es: Sí y no.

Lo cierto es que el tipo de parto, vaginal o por cesárea, en sí mismo, no afecta a la bajada de leche. Ni se demora más en bajar la leche ni es leche diferente. El factor decisorio es la salida de la placenta del cuerpo de la madre; en un parto vaginal ésta es expulsada por la madre luego de nacer su bebé, mientras que en una cesárea el médico es quien retira la placenta. Solo este paso se requiere para que nuestro cerebro se entere de que ya hemos parido y necesitamos alimentar a nuestra cría.

Lo que sí afecta la producción y bajada de la leche en gran medida es lo que pasa luego del parto y de la salida de la placenta, todas las otras intervenciones y protocolos a los que la madre se ve enfrentada o por qué no decirlo, muchas veces, sometida.

Típicamente se dice que si tienes cesárea, la leche se demorará más en bajar, y claro, como no, si lo más común es que luego de nacer te pongan a tu bebé unos minutos cerca de la cara para darle un beso (a algunas solo segundos, a otras nada), luego se la lleven para pesarla, bañarla y hacer un montón de cosas que perfectamente podrían esperar, para luego separar a la madre y a su bebé hasta que la madre se recupere de la anestesia, proceso que puede tardar hasta 3 horas en algunos casos. En este tiempo de separación suceden varias cosas, todas problemáticas y brusquísimas para una recién parida y para un recién nacido:

El cerebro de la madre no comprende qué sucedió con su cría. La salida de la placenta le indica que hay una cría que alimentar y da el pistoletazo de salida a la producción de leche, pero a la vez no recibe ningún estímulo, ni el olor de su recién nacido, ni su calor, ni contacto visual, ni succión en los pechos. Nada. Algunas teorías refieren que, incluso, el cerebro entonces interpreta que esa cría falleció y el proceso de lactancia se estanca. (Estamos hablando de hormonas, de instintos muy primarios. No es que la madre crea eso realmente.)

El recién nacido, con todos los instintos a flor de piel, no siente a su madre. Se encuentra en una cuna solo, sin los latidos del corazón que lo acompañaron desde que su existencia comenzó, sin el calor de su cuerpo, sin sus pechos y leche, sin un pezón que reconocer, sin olores que lo conecten con el cuerpo de su madre, sin su voz que lo acompañó desde muy tempranamente, desde que su audición se desarrolló.

Debido a la prolongada separación, a la bebé le dan suero glucosado o relleno en neonatología, antes del encuentro con su madre, por lo que llega sin hambre a su encuentro.

Hay más intervenciones, más variantes, y más tiempos a considerar, por ejemplo, las separaciones nocturnas (a veces, de toda la noche) que también inciden de forma negativa respecto del inicio de la lactancia.

Una vez que todo esto pasa, por fin la madre y su bebé se reencuentran. El cerebro de la madre debe re-iniciar el proceso de reconocimiento de su bebé y el cerebro comprender “¡Oh, la cría está aquí! Reanudemos el proceso, ¡que se produzca leche!”, lo cual muchas veces tarda. Sumémosle además el estrés que significa la intervención quirúrgica y el dolor e incomodidad que pudiera sentir esa madre para acomodarse y lograr poner a su bebé al pecho. Demasiado para una recién parida. Por otra parte, un bebé que recién conoce a su madre, que luego de todo ese tiempo siente su olor, su calor, por fin sus pechos. Pero ¿y ahora? ¿Cómo me acoplo a “esto”? El biberón ya llenó su pequeño estómago (del porte de una guinda, ¡ínfimo!) y no tiene hambre, se siente confundido. “¿Qué debo hacer con este pecho?”, y demora aún más tiempo en poder estimular los pechos de su madre y que la lactancia se inicie. Demasiado para un bebé que apenas acaba de abandonar el útero de su madre.

En resumen: El respeto por los procesos de la madre y su bebé, el evitar las separaciones, el relleno y las intervenciones innecesarias que obstaculizan el inicio del vínculo y el amamantar de forma lo más inmediata posible al bebé son vitales para el inicio exitoso de la lactancia materna. Las separaciones, el relleno y las intervenciones protocolares de las instituciones muchas veces son las grandes enemigas. No tengas miedo, pero busca a un equipo médico que realmente esté dispuesto a respetar el nacimiento de tu bebé, que esté dispuesto a esperarlos, a no interrumpirlos, a entregar el protagonismo a quien corresponde: ¡A USTEDES!

¡Lindas y respetadas lactancias para todas! 😘

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